Érase
una vez un país lleno de gominolas y tiendas de juguetes. Pero lo
mejor de todo, es que eran gratis.
Toda
la gente quería ir y los padres llevaban a sus hijos a la tienda
para que disfrutaran y lo pasaran muy bien.
Sin
embargo, había un niño al que no le gustaban nada las gominotas.
Todo el mundo le convencía de que las probase porque igual se
llevaba una sorpresa y le empezaban a gustar.
Pero
el niño no quería comerse ninguna. En el colegio se reían de él
porque no probaba ninguna y se empeñaba en decir que no le gustaban
nada las chuches.
El
niño estaba muy preocupado porque se sentía como un niño raro. La
madre del niño estaba muy preocupada y fue a hablar con la
profesora, y le explicó lo que pasaba con las gominolas. Le explicó
que a su hijo no le gustaban .
La
profesora le dijo que en la vida es importante probar de todo para
saber si algo te gusta o no…Entonces al día siguiente el niño
decidió probar una.
Al
probarla puso una cara rara…le encantó…se puso totalmente loco
con el subidón de azúcar.
Al
momento vio a su hermano con una bolsa de gominolas y entonces se
tiró a por ellas y se las comió todas .
Pasó de no gustarle a
encantarle.
Los padres tuvieron que
controlarlo porque solo quería comer chuches.
Desde aquel día solo le
dejaban comer una chuche de vez en cuando porque el azúcar le hacía
enloquecer.
Desde aquel día aprendió
que todo en su justa medida es bueno, pero si te pasas puede dañarte.
MIGUEL PRENDES
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